En el Warung marcamos el 2

Antes de empezar tenemos que disculparnos por nuestro silencio todos estos días…el trabajo aprieta y escribir en el Warung tiene que ser algo divertido, relajado, si se convierte en una carga deja de serlo y es mejor tomar distancia. Pero bueno, intentaremos compensar esta ausencia con una breve puesta al día de cómo está yendo el año electoral.

El pasado 9 de abril los indonesios escogieron a los consejeros que les iban a representar en el DPR y el DPD durante los próximos 5 años. Asimismo, las elecciones legislativas, iban a determinar también qué partidos tendrían la posibilidad de nombrar un candidato a la presidencia, ya fuera por cuenta propia o mediante una coalición. Pues bien, las elecciones se llevaron a cabo sin la mayor problemática y de los resultados se pudieron extraer las siguientes conclusiones.

En primer lugar, se confirmó la debacle, más que previsible, del Partai Demokrat (PD) del presidente saliente Susilo Bambang Yudhoyono (SBY). La plataforma política creada en 2003 para que SBY pudiera acceder a la presidencia, que en 2009 había conseguido el 26% de escaños en el DPR y le había permitido mantenerse en el palacio presidencial por un segundo mandato, dejó de tener mucho sentido si ya no podía nominar a su líder. Las guerras internas para la sucesión y una serie de escándalos de corrupción al final de la legislatura lo acabaron de hundir. El PD obtuvo en las pasadas Pemilu el 10,2% de los votos, cerca del 10% menos que en 2009.

La segunda de las conclusiones hace referencia a los partidos de corte islámico. Desde 2004, la tendencia parecía indicar que la presencia de estos partidos en el parlamento indonesio iría disminuyendo como consecuencia de la naturaleza catch-all que iban adoptando los partidos nacionalistas mayoritarios. El islamista PKS era la excepción, pero a pesar de ser el cuarto partido más votado en 2009, sólo contaba con el 7,9% de los votos. Las elecciones del pasado mes de abril parecen haberle dado la vuelta a esta tendencia y a la preeminencia del PKS entre los partidos islámicos. El aumento de votos más sorprendente es el del PKB, que prácticamente ha doblado sus resultados (de 4,94% en 2009 a 9,04% en 2014); mientras que tanto el PAN como el PPP han aumentado ligeramente sus apoyos (entre un 1 y un 2%). Por el contrario, el PKS, afectado por un escándalo de corrupción que manchó hasta la cúpula del partido, ha visto reducido su porcentaje de voto en un 1,5% y ha pasado de ser la cuarta fuerza política a la séptima con un 6,79% de los votos. Este cambio de tendencia podría hacer pensar que la sociedad indonesia vuelve a confiar en los partidos religiosos tradicionales (PKB, PAN y PPP) como posible alternativa a los partidos nacionalistas ya que estos no han sido capaces de atajar los principales problemas que afectan la vida política de los indonesios como son la corrupción y la desigual distribución de la riqueza. Sin embargo, algunos analistas consideran que el auge de los partidos islámicos no vino dado por un giro hacia una mayor presencia del Islam en la política, sino más bien por las buenas decisiones que estos tomaron a la hora de preparar su campaña electoral. A modo de ejemplo, es interesante tener en cuenta aquí la nominación del “Elvis” indonesio como cabeza de cartel del PKB.

Tercero, los partidos que contaban con los candidatos presidenciables de mayor aceptación entre los votantes indonesios, vieron aumentados sus apoyos considerablemente respecto a sus resultados en 2009. El caso más flagrante es el del partido Gerindra, la plataforma electoral de Prabowo Subianto, quien desde 2009 ha estado haciendo campaña y promocionándose como futuro presidente de la República de Indonesia. En 2009, Gerindra obtuvo el 4,46% de los votos, mientras que en las pasadas elecciones legislativas del mes de abril obtuvo el 11,81%. El segundo caso es el del PDI-P. Gracias a la popularidad de Joko Widodo (Jokowi), el hasta entonces gobernador de la Región Especial de la Capital Yakarta, el partido de la expresidenta Megawati Sukarnoputri obtuvo el 18,95% de los votos y fue el partido más votado. Mejoró en casi 5 punto porcentuales sus resultados de 2009 (14,03%) y estuvo cerca de poder nominar a Jokowi sin la necesidad de formar una coalición ya que obtuvo el 19,5% de los escaños en el DPR. Algunos analistas consideraron que de haber nominado a Jokowi mucho antes, algo que Megawati no quiso hacer bien por cabezonería, bien por miedo a perder las riendas del partido, el PDI-P hubiera obtenido mejores resultados.

Hay otros aspectos interesantes a analizar después de los resultados de las Pemilu de abril, como la aparición de una nueva fuerza política como NasDem, o la incapacidad del Golkar de aprovechar la debacle del PD, pero para el Warung, los tres mencionados más arriba son los de mayor relevancia.

Así, a raíz de los resultados de las elecciones legislativas del pasado abril, las presidenciales se presentaron de la siguiente manera. Dada la popularidad de Jokowi y siendo el partido más votado, el PDI-P nominó al gobernador de Yakarta y completó su candidatura con Jusuf Kalla (JK), el que fuera vicepresidente de SBY durante la legislatura 2004-2009. A pesar de su vínculo con el Golkar (fue secretario general del partido), JK fue nominado como “externo” sin afiliación partidista. El PDI-P no necesitó negociar un candidato a vicepresidente con ningún partido ya que NasDem, el nuevo partido en el DPR (con un 6,3% de los escaños), le dio su apoyo incondicional a cambio de “nada”. La nominación de JK generó una fractura entre los votantes del Golkar que el líder del partido, Abdurizal Bakrie (Ical), intentó zanjar retirando la militancia a aquellos que apoyaran a Kalla, pero por lo que hemos visto por las calles, hay votantes del partido amarillo que, llevando la contraria a sus jefes de filas, apoyan la candidatura Jokowi-JK. Así pues, la pareja Joko Widodo-Jusuf Kalla cuenta con el apoyo de los siguientes partidos: el PDI-P, obviamente; NasDem; PKB; y Hanura. Alrededor de un 40% del total de votos de las legislativas.

La otra candidatura la encabezaría Prabowo Subianto, el líder de Gerindra y el único posible candidato que podía hacer sombra a Jokowi según las encuestas. A pesar de no ser el segundo partido más votado (lo era el Golkar), Prabowo sabía que su popularidad era muy superior a la de cualquiera de los otros posibles rivales de Jokowi, así que no estaba dispuesto a aceptar una posición de vicepresidente (como sí hizo en 2009 cuando formó ticket con Megawati Sukarnoputri del PDI-P). Gracias al apoyo del PAN, Prabowo pudo formar candidatura como presidenciable junto a Hatta Rajasa, el líder del PAN. A partir de ahí, el PKS y el PPP, los dos partidos más islamistas del espectro indonesio se unieron a la coalición. Todos ellos sumaban un 32% de los votos de las legislativas, pero faltaba saber el posicionamiento del Golkar y del PD. Abdurizal Bakrie intentó obtener “algo” a cambio de su apoyo a la candidatura Jokowi-JK, pero parece ser que el candidato del PDI-P no aceptó. Puede que Jokowi lo hiciera por principios, pero lo más probable es que lo hiciera porque la popularidad de Bakrie es muy baja y su incursión en la coalición tendría un impacto negativo. Así pues, el Golkar de Bakrie decidió apoyar a Prabowo, que seguramente sí le ofreciera “algo” a cambio. Sin embargo, su presencia en la campaña ha sido mínima debido a su poca popularidad a la que hacíamos referencia. Finalmente, el Partai Demokrat, que todavía no ha levantado cabeza después del mamporro político que sufrió el pasado mes de abril, ha decidido hace cosa de un par de semanas, romper su declarada neutralidad para apoyar también la candidatura Prabowo-Hatta que de esta forma contaría con el 57,66% de los votos en base a las legislativas.

Así, teniendo en cuenta la división en la intención de voto de los seguidores del Golkar y el PD y los apoyos de una y otra candidatura, la batalla de mañana (9 de julio) se presenta de lo más disputada. Y así lo indican las últimas encuestas.

Obviamente, como expatriados, los del Warung no podemos votar, y es responsabilidad de los ciudadanos indonesios escoger al que consideren que mejor les representa. Sin embargo, sí queremos dejar constancia de nuestras preferencias porque nos importa el país y, en cierto modo, nos sentimos parte de éste. Si pudiéramos votar mañana, los del Warung marcaríamos el 2 de la candidatura Jokowi-JK. Es probable que nuestros motivos no tengan mucho que ver con los que tienen los indonesios para defender una u otra candidatura, y lo más seguro es que a ellos, lo que pensemos nosotros les importe bien poco; pero bueno, son los nuestros y aquí los exponemos.

Principalmente, nos decantamos por la candidatura número 2 porque la consideramos la más fresca, la que desprende un mayor olor a cambio. En primer lugar, es la candidatura opuesta a una figura del Nuevo Orden de Suharto. Más allá de que Prabowo tenga todavía que rendir cuentas por su papel en el régimen como jefe de las fuerzas especiales del ejército, su sola presencia ya nos recuerda al Nuevo Orden, un período que para la salud política, social y cultural del país, debería quedar enterrado en el pasado. Asimismo, la candidatura de Jokowi huele a nuevo porque su forma de hacer política y de llegar a donde ha llegado es muy diferente a lo que los políticos del “establishment” indonesio nos tenían acostumbrados. Joko Widodo no es un magnate que hizo fortuna gracias a su proximidad al círculo Suhartiano. Se trata de un hombre de negocios (es vendedor de muebles) de Java Central que empezó a hacer política en el ámbito local y gracias a sus buenos resultados ha ido escalando, demasiado rápido tal vez, hacia lo más alto. En tercer lugar, la ascensión de Jokowi ha provocado un pequeño seísmo en su partido, el PDI-P, una institución que todavía desprende tufo a rancio. Jokowi ha obligado a Megawati Sukarnoputri a bajar del burro y a fijarse en las bases. Sin duda, ella sigue pintando, y mucho, pero desde ahora tendrá que tomar decisiones mirando también hacia abajo (y esperemos que los demás partidos tomen nota de ello también). Incluso la imagen de Jokowi se distancia de lo visto hasta hace bien poco. Su ya mítica camisa de cuadros está lejos de los uniformes partidistas de corte militar.

Seguramente, la frescura de la candidatura no sea lo que más importe a los ciudadanos indonesios, más preocupados por la rampante corrupción que sangra al país, por su economía, y por la defensa de su identidad nacional frente a la injerencia extranjera, pero la necesidad de renovación en Indonesia es urgente. Los políticos herederos de una forma de hacer política muy a la manera del Nuevo Orden están poniendo en peligro el futuro de la todavía frágil democracia indonesia (tiene 16 años) por no mirar hacia abajo y por creerse los dueños y señores del Estado y de lo público. La democracia indonesia tiene que evolucionar para poder atraer a sus ciudadanos y hacerles algo más partícipes. Jokowi no es la panacea, ni solucionará todos los males del país (ni él ni 200.000 Jokowis, seamos realistas), pero representa un pequeño rayo de esperanza para el cambio. Es por eso que nosotros mañana marcaríamos el 2.

Imagen: Jokowi marcando el número 2. Tomada de http://politik.news.viva.co.id/news/read/511705-elektabilitas-prabowo-terus-naik–ini-tanggapan-joko-widodo

“The Act of Killing” y algo sobre elecciones

MV5BNzQ0NDA1ODQ3NF5BMl5BanBnXkFtZTcwNjQwMzk0OA@@__V1_SY317_CR4,0,214,317_Siendo esta la semana de los Oscars, en el Warung queremos hablar de cine. Hace unos días estuvimos de cine-forum con unos amigos y decidimos ver la versión extendida de “The Act of Killing” (El Acto de Matar) de Joshua Oppenheimer (2012). Nos costó su tiempo encontrarla porque en su momento fue censurada por las autoridades indonesias, pero la nominación para los Oscars que recibió el pasado mes de enero la ha vuelto a traer a la palestra y ya está en Youtube disponible para el que quiera practicar bahasa Indonesia.

Podría parecer que hablar de este “documental de la imaginación”, como lo cataloga su director, se aparta del principal tema que tratará el Warung a lo largo de este año, las elecciones en Indonesia, pero no es así.

Primero, empecemos por hacer una breve crítica cinematográfica del film. Por falta de mayores conocimientos en lo que al séptimo arte se refiere, tendremos que centrarnos en los contenidos y dejar las críticas estéticas para los expertos. Aunque pensándolo bien, sí hay un elemento visual en el que nos gustaría prestar cierta atención, por su relación con el contenido. Se trata de las escenas que reproducen matanzas sanguinarias que rozan lo Gore. Y es que éstas, nos han traído a la memoria los momentos más sangrientos de la película propagandista que realizó el régimen del Nuevo Orden para justificar, precisamente, el linchamiento de seguidores del Partido Comunista de Indonesia (el PKI) que la película de Oppenheimer pone en evidencia. El panfleto-film se titula “Pengkhianatan G 30 S-PKI” (La Traición del Movimiento 30 de Setiembre-PKI), 1984, y en él se muestran la crueldad de los golpistas comunistas contra los generales asesinados y sus familias.

Durante 14 años (los que van desde 1984 hasta 1998, año en que dimitió Suharto), y probablemente alguno más, cada 17 de Agosto, día nacional de Indonesia (Hari Merdeka, Día de la Libertad), los indonesios se reunían frente a un televisor, para ver  el panfleto-film que emitía el único canal televisivo en aquellos tiempos. Esta “primera” película, y su estética Gore, sin duda han influenciado a los protagonistas del film de Oppenheimer, que son los encargados de dirigir los sketches en los que reproducen las torturas que realizaban. De alguna manera, Anwar (el prota) y sus amiguetes, están haciendo propaganda de ellos mismos y de lo que ellos consideran sus hazañas. Por culpa de esto, puede que el principal mensaje que transmita la obra de Oppenheimer sea que los de las Pemuda Pancasila (Juventudes Pancasilistas), el nombre de la organización a la que pertenecen los protagonistas del film, son unos sanguinarios hijos de p… y que eran más malos que la peste. Aunque esto no deja de ser verdad, este mismo mensaje pero invirtiendo víctimas y verdugos, era el que transmitía “Pengkhianatan G 30 S-PKI”. Y ¿qué pasa si es así? Pues bien, tampoco es un drama porque por primera vez se reconoce que las torturas y las matanzas se produjeron; pero este episodio de la historia de Indonesia es mucho más turbio y requiere de un análisis mucho más profundo, que la peli de Oppenheimer podría hacer y no hace, o lo hace muy superficialmente, por centrarse en presentarnos esta imagen de tarados orgullosos de Anwar y sus compinches.

En lo que queda de entrada, comentaremos brevemente uno de los aspectos que el film apunta y que tiene que ver con las elecciones. Durante varias escenas del film, se ve como figuras políticas prominentes del actual periodo democrático (el Vicepresidente del momento, Jusuf Kalla, el Gobernador de Sumatra del Norte…) se dan baños de masas con las Juventudes Pancasilistas o reciben a varios de sus miembros en sus despachos. Esto, aunque de mal gusto, tampoco es extremadamente raro teniendo en cuenta la impunidad de la que gozan los altos cargos, tanto políticos como militares, del Nuevo Orden de Suharto. Lo que pasa en Indonesia es que, muchos de los miembros de este tipo de grupos de estética y comportamiento paramilitar son algo más que simple comparsa electoral. En muchas ocasiones, estos gánsteres (preman) son miembros destacados de lo que en Indonesia se llama Tim Sukses, una especie de equipo de campaña que se encarga de “promover” por los barrios (los kampung) a algún candidato electoral, tanto da si para las legislativas como para las ejecutivas regionales.

Sería muy injusto decir que todos los Tim Sukses en Indonesia están formados por pandilleros y extorsionadores, pero sí es cierto que cuanto más remota es la región, y especialmente durante las elecciones ejecutivas, más gente de estas características pasa a engrosar las filas de estos equipos de campaña. Aunque no solo de gánsteres se nutren estos “equipos para el éxito”. A menudo, profesionales que ya tienen mucha mano en esto del funcionamiento del estado indonesio, como pueden ser (¡sorpresa!) promotores y constructores, también forman parte de estos grupos. Su función principal es la de financiar la campaña de su candidato, pero también lo “promueven” entre sus trabajadores y vecinos. No es de extrañar pues, que una vez dicho candidato se hace con el cargo, los nombres que aparecen en los listados de las concesiones hechas por la regencia o municipalidad de turno, coincidan con los nombres de los miembros del Tim Sukses del candidato en cuestión. Pero bueno, nada nuevo bajo el sol (Mediterráneo).

La existencia de este tipo de equipos de campaña, sean más o menos de tendencia delictiva o no, tiene mucho que ver con los costes de la democracia en un país de 240 millones de habitantes, con una extensión de 1.904.569 km2, formado por más de 17.000 islas y con unas desigualdades socio-económicas muy significativas, no solo entre individuos sino también entre regiones. En Java, puede que haya bastante gente que pueda gastarse cerca de 2 millones de dólares para ganar unas elecciones a Bupati o Walikota, pero fuera de la principal isla del archipiélago, esto es algo más complicado. Las 2 o 3 personas con capacidad de gastarse ese dinero en, pongamos, la regencia de Pelalawan, provincia de Riau (isla de Sumatra), probablemente no se hayan hecho ricas en los últimos 16 años (los que se han cumplido desde la dimisión de Suharto), sino que su poder económico provenga de su trabajo durante los años del Nuevo Orden. Esto no los hace malos políticos, pero inevitablemente les une a una forma de hacer política y negocios en la que el clientelismo y la connivencia eran la norma y de la que son herederos. La democracia como “método” se ha implementado en todo el territorio indonesio, pero todavía está lejos de asentarse como sistema, con sus principios y valores. Consecuentemente, figuras como la de los preman tienen aún cabida en muchos de los procesos políticos de indonesia, especialmente en el ámbito local.

Si en el año 2014, el Estado no puede llegar a todos los rincones de Indonesia, en 1965, año en el que se iniciaron las persecuciones y matanzas a comunistas, todavía menos. Los acontecimientos posteriores al alzamiento militar del 30 de setiembre de 1965 situaron a los comunistas en el centro de la diana, pero dada la debilidad del Estado en esa época, las matanzas y los linchamientos estaban puestos en manos de grupos de delincuentes, como el de Anwar Congo y sus amiguetes, con lo que los objetivos pasaban a ser algo borrosos y lo mismo daba que el vecino de dos puertas más abajo fuera comunista o no, si con anterioridad había “molestado” a alguien del grupo.

“The Act of Killing” es una película necesaria para la historia de Indonesia porque denuncia la impunidad, no solo de los verdugos de esos hechos particulares, sino de todo el Estado durante los años que duró el Nuevo Orden. Algunos miembros de ese Estado todavía siguen siendo figuras políticas destacadas en la actualidad, y algunos incluso se van a presentar a las elecciones presidenciales. Ahora bien, como decíamos al principio, los sucesos que siguieron a la revuelta militar de 1965 no pueden reducirse a la dicotomía bipolar de la Guerra Fría, ni tampoco al maniqueísmo. Anwar y sus compinches eran malos, malísimos, pero ¿por qué eran ellos, cuatro gánsteres de poca monta, quienes interrogaban, juzgaban y ajusticiaban a los sospechosos? ¿Qué papel jugaron algunos grupos islámicos en las persecuciones? ¿Qué pasó con artistas e intelectuales no militantes del PKI que también desaparecieron? Todas estas preguntas son importantes para entender la historia más reciente de Indonesia. El film de Oppenheimer parece haber abierto la brecha para que se hagan más documentales que saquen a la luz lo que decenas de intelectuales llevan tiempo explicando. Solo por esto, “The Act of Killing” ya merece un Oscar. Ahora solo falta que estos nuevos documentales los puedan hacer cineastas indonesios sin miedo a ser perseguidos.

Imagen: IMDb http://www.imdb.com/title/tt2375605/

De las Pemilu y la Pilpres

Tribunal ConstitucionalEstos dos acrónimos van a ser los protagonistas en todos los medios de comunicación indonesios, en cualquiera que sea el formato, durante la primera mitad de este año que recién empieza. Pemilu, es el resultado de la unión de las palabras Pemilihan (elección) y Umum (general, aunque a veces puede traducirse también por público o de propiedad pública). Con este término, se hace referencia a tanto a las legislativas como a las presidenciales, aunque para referirse a éstas últimas con mayor precisión se utiliza el segundo de los acrónimos, Pilpres, que surge de unir las palabras Pemilihan y Presiden (Presidente).

Una vez hechas las presentaciones, centrémonos ahora en hablar sobre el sistema electoral indonesio e intentemos explicarlo lo más claramente posible. Empecemos por las elecciones legislativas. El próximo 9 de abril, los indonesios escogerán a los representantes de TODAS las cámaras legislativas del país, desde el Parlamento Nacional (DPR) y la cámara de representación territorial (DPD), a los consejos representativos de las más de 500 regencias y municipalidades, pasando también por los parlamentos provinciales (33). Mediante unas listas electorales cerradas pero desbloqueadas, los indonesios escogerán al representante que más les guste de entre los que aparezcan en la papeleta de su partido político preferido. Este mecanismo se implementó por primera vez en las pasadas elecciones de 2009, y tenía como objetivo mejorar la rendición de cuentas de los parlamentarios frente a su electorado, pero tal y como comentamos en la entrada “La informalidad en el presidencialismo indonesio”, el funcionamiento del presidencialismo indonesio y sus mecanismos informales limitan dicho proceso de accountability.

Así, en el presidencialismo indonesio, las elecciones legislativas pueden parecer de poca relevancia. Nada más lejos de la realidad. Como consecuencia de la Ley número 42/2008 sobre las elecciones presidenciales, las legislativas sirven como una especie de primera vuelta que determinará quién puede presentarse a las presidenciales y quién no. La ley determina que sólo podrán presentar candidatos aquellos partidos que en las legislativas hayan conseguido el 20% de los escaños en el DPR o un 25% de votos. Así, si un partido no llega a esta barrera electoral, deberá buscar alianzas para presentar un candidato o formar parte de una coalición presidencial.

Los principales motivos que llevan a estructurar los comicios de esta forma son, esencialmente dos. Primero, la voluntad de encajar un sistema multipartidista en un sistema de gobierno presidencialista. Indonesia ha hecho, y sigue haciendo, bandera de su diversidad y pluralidad de religiones, etnias y lenguas. El lema bajo el que se esconde la identidad nacional de los indonesios es Bhineka Tunggal Ika, “Unión en la Diversidad”. Ante esto, las élites indonesias no podían, y siguen sin poder, percibir un parlamento que no fuera multicolor. Así, establecen un sistema presidencial con un ejecutivo con mucho poder político, pero que al mismo tiempo se debe a un parlamento plural.

Segundo, el sistema electoral indonesio busca cargar de legitimidad y representatividad la figura del Presidente. El uso de las legislativas como ronda de clasificación permite que los candidatos a las presidenciales gocen ya de cierta representatividad porque, como mínimo, su candidatura está avalada por el 20% del parlamento o el 25% de los votantes. En cierto modo, el sistema electoral le otorga al presidente doble legitimidad: por un lado, la que se desprende de los apoyos que su partido o coalición de partidos tiene en el DPR; y por otro, la que le da el hecho de ser elegido directamente en una elección popular. Asimismo, hasta hoy, el sistema electoral indonesio no ha buscado la estabilidad del sistema político mediante la creación de gobiernos monocolor –es evidente que la barrera electoral del 20% de los escaños no le garantiza al presidente el control del parlamento–, sino más bien, en la línea de enfatizar la “Unión en la Diversidad”, lo que busca es encontrar la estabilidad cargando de legitimidad a la figura política más poderosa del país.

Sin embargo, en los últimos días ha vuelto a surgir la polémica alrededor del sistema de las Pemilu y la Pilpres. El pasado 23 de enero, el Tribunal Constitucional indonesio presentó su decisión a favor de celebrar las elecciones presidenciales el mismo día de las legislativas. Ahora bien, este cambio no se hará efectivo hasta las próximas elecciones de 2019, ya que el Constitucional alega que, de llevar a cabo el cambio ahora, los comicios de 2014 podrían quedar sumidos en el “caos y la incerteza legal”. Esta sentencia del Constitucional responde a un recurso presentado a principios de 2013 por la Coalición de la Sociedad Civil por unas Elecciones Simultaneas (Koalisi Masyarakyat untuk Pemilu Serentak) en contra de la Ley 42/2008 sobre las elecciones presidenciales. La idea detrás del recurso es que celebrándolas el mismo día, se evitarían las transacciones políticas propias en la formación de coaliciones para llegar al umbral del 20% de los escaños y así poder nominar a un candidato presidencial, en muchas ocasiones bastante oscuras aquí en Indonesia. Al mismo tiempo, la coalición argumentaba que si ambas elecciones se celebraban el mismo día, esto favorecería la participación.

La decisión ha sido aceptada positivamente por la mayoría de partidos y sus principales figuras, los cuales ven la posibilidad de poder formar gobiernos monocolor con mayor facilidad y sin tener que negociar con los demás ni puntos de la agenda política ni cargos ministeriales. Las únicas voces discordantes con la decisión del Constitucional hacen referencia al hecho de que el tribunal ha hecho pública su decisión demasiado tarde. Por ejemplo, Prabowo Subianto, que tiene buena aceptación como presidenciable en las encuestas (lejos siempre de Jokowi) pero al que le va a costar presentar candidatura propia por los pocos votos que obtendrá su partido (Gerindra), quería que la decisión se hubiera tomado antes y que el cambio se hubiera llevado a cabo en las elecciones de este año.

Sea como fuere, y a muy a pesar del señor Prabowo, parece que este año las elecciones se celebrarán como hemos explicado al principio. Aun así, es preciso analizar, aunque sea brevemente porque todavía es muy reciente, lo que significa este cambio en el sistema electoral. A bote pronto, parece que las élites políticas del país quieren reducir los obstáculos para acceder a la presidencia y a los “beneficios” que ésta conlleva. Con esta decisión, el Constitucional se carga uno de los principales mecanismos de “checks & balances” del presidencialismo indonesio: la elección directa de un presidente que cuenta, como mínimo, con el 20% del apoyo del parlamento pero que para ganar en las presidenciales, necesitará buscar mayores apoyos entre los demás partidos para intentar sumar el 51% del voto ciudadano. Así, se tendrá que desarrollar una ley electoral muy, pero que muy, buena para que un presidente escogido por el 20,85% de la población (que es el porcentaje de voto récord obtenido por un partido político indonesio en democracia) tenga la legitimidad necesaria para gobernar un país.

Imagen: Edificio del Tribunal Constitucional indonesio en Yakarta. http://www.mahkamahkonstitusi.co.id

2014: Año Electoral

ImageHace algo más de un año y medio de la última entrada en el Warung. Como ya indicábamos por aquel entonces, surgieron nuevas oportunidades de trabajo y el que aquí escribe pasó a ser, junto a su familia, uno de esos “jóvenes aventureros” de la ministra Fátima Báñez que se van a buscar “curro” fuera de España –y que cuando vuelvan, si vuelven, se van a quedar sin cobertura sanitaria.

Pue sí, desde hace cerca de un año estamos en Indonesia, concretamente, en su “ciudad madre”, Yakarta. Parece que hemos encontrado, de momento, una forma de ganarnos la vida; hemos visto a Jokowi ganar las elecciones a gobernador de la Región Especial de la Capital y estamos viviendo en nuestras carnes los pequeños cambios que está introduciendo –esperamos que en breve empecemos a notar sus efectos–; pero nos faltaba algo… Por eso, teniendo en cuenta que este año 2014 es de una relevancia política considerable en Indonesia, hemos decidido volver a abrir el chiringuito y explicar un poquito cómo se va desarrollando este año electoral en Indo.

Como os veníamos diciendo, ahora nos toca trabajar de lo lindo para que nuestro proyecto en Indonesia sea exitoso, por lo que el Warung va a ser algo semanal. Ahora bien, si surge alguna cuestión importante que no pueda esperar a la siguiente entrada, haremos lo posible por contárosla.

Pasemos ahora a lo que realmente nos ocupa, las próximas elecciones en la República de Indonesia. Este año se van a celebrar tanto las elecciones legislativas (9 de Abril) como las presidenciales (la primera vuelta, el 9 de Julio y la segunda, de ser necesaria, el 9 o el 10 de Setiembre). Ya os hemos contado alguna vez, que el indonesio es un sistema presidencialista con un legislativo bicameral asimétrico, cuya cámara de representación personal alberga un sistema multipartidista moderado. Esto hace que las elecciones de mayor relevancia sean las presidenciales de Julio; sin embargo, es de recibo tener muy en cuenta las legislativas porque serán éstas las que marcaran que candidatos pueden optar a presidente de la República. En la próxima entrada explicaremos detenidamente el sistema electoral indonesio, centrémonos ahora en la transcendencia de los comicios.

Las de 2014, serán las terceras elecciones de la era democrática que arrancó después de la caída del Nuevo Orden de Suharto. Es verdad que en 1999, un año después de que Suharto dimitiera, se celebraron unas elecciones legislativas –por aquel entonces al Presidente todavía lo escogía la Asamblea Popular Consultiva (Majelis Permusyawaratan Rakyat, MPR); pero, personalmente, no las considero plenamente democráticas porque se llevaron a cabo aún bajo las normas autoritarias del Nuevo Orden. Las primeras elecciones plenamente democráticas, fueron las legislativas y presidenciales de 2004, que se realizaron en base a las nuevas reglas consensuadas por todos los actores políticos, incluido el ejército, que abandonó las instituciones civiles y volvió a los cuarteles. Diez años después, las de 2014 serán las elecciones que deberían acabar de apuntalar el sistema político indonesio.

Por un lado, las legislativas contribuirán de forma señalada a la institucionalización del sistema de partidos. De los 17 partidos que formaban el Consejo de Representantes del Pueblo (Dewan Perwakilan Rakyat, DPR) en 2004, gracias a las nuevas barreras electorales –2,5% del voto en 2009– se pasó a los 9, y es más que probable que este año este número se vea otra vez reducido. En la actualidad, en Indonesia encontramos un sistema multipartidista moderado –muchos partidos relevantes acumulados en el centro político, poca polarización ideológica. Seguramente así continúe después de las elecciones de 2014 aunque el número de partidos disminuya.

Asimismo, los parlamentarios y miembros del ejecutivo que surjan después del verano de 2014, tendrán la responsabilidad de mejorar, de una vez por todas, el Estado de Derecho, si es que Indonesia quiere deshacerse de la rampante corrupción que sigue poniendo en entredicho la credibilidad del sistema. Pero bueno, si en España, después de casi 40 años de democracia no se ha conseguido, qué se le puede pedir a Indonesia en 10…

Este año, el actual presidente de la República, el señor Susilo Bambang Yudhoyono (SBY), no puede volver a presentarse a la reelección porque ya ha agotado las dos legislaturas de 5 años que le permite la Constitución. Esto podría hacer pensar que nos encontramos frente a unas elecciones para el cambio, que desbancaran definitivamente a los antiguos protagonistas del régimen anterior –hay que recordar aquí que SBY es un general retirado que ocupaba un alto cargo militar durante el Nuevo Orden–, y permitiera el ascenso de una nueva generación de políticos. Nada más lejos de la realidad. De los nombres anunciados hasta el momento, de los que realmente tienen posibilidades de presentarse a la presidencia, sólo el súper popular gobernador de la Región Especial de la Capital, Jokowi, podría representar el cambio. Ahora bien, su presencia o no en la contienda presidencial depende de la decisión que tome la líder de su partido, la eterna presidenciable Megawati Sukarnoputri.

Además de todo esto, los nuevos representantes del pueblo indonesio deberán mejorar la situación económica de millones de ciudadanos que todavía viven bajo el umbral de la pobreza. El nuevo ejecutivo será el encargado de implementar el nuevo sistema de cobertura sanitaria universal (¡menuda patata caliente!) diseñado por el gobierno de SBY y que se puso en funcionamiento hace 7 días. Pero las elecciones no son sólo importantes de puertas adentro, de cara al exterior, el gobierno que surja de las urnas el próximo verano, será el encargado situar Indonesia en la nueva Comunidad Económica de la ASEAN que se formará en 2015. Como potencia regional, Indonesia tiene que jugar un papel determinante en el proceso de lanzamiento de este futuro mercado común, ahora bien, ¿estará el nuevo gobierno a la altura?

Como veis, aquí en Indonesia, el 2014 se nos presenta como un año políticamente muy interesante. A ver si desde el Warung estamos a la altura y os podemos trasladar de forma sencilla lo que por aquí se vaya aconteciendo.

Imagen: http://www.pemilu.com/pemilu-2014/

Istirahat

En primer lugar, desde el Warung quisiéramos pedir disculpas por no haber estado activos en los últimos días. El drama del paro nos afecta a todos, y nuestro chiringuito no es una excepción. Hace apenas unas semanas, han surgido alguna que otra oportunidad de trabajo que de quererla conseguir, hay que dedicarle bastante tiempo y los cinco sentidos (aquellos familiarizados con la universidad sabrán a lo que me refiero).

Por este motivo, en el próximo mes, mes y medio, el Warung verá su actividad reducida considerablemente. Intentaremos aprovechar los pocos ratitos para seguir comentando la actualidad de la Pilkada en la “ciudad madre”, y si surge algún bombazo informativo en Indonesia, seguro lo comentaremos.

Así, hacemos una istirahat (pausa) breve, diametralmente opuesta a la de Guardiola –nosotros más bien tenemos que vaciarnos de trabajo más que llenarnos–, y en nada volvemos. Sampai ketemu lagi!!

Imagen: www.detik.com

Kopi untuk setiap orang

Desde el Warung, continuamos obsesionados con encontrar los parecidos razonables entre España e Indonesia, y el pasado viernes 20 de abril descubrimos que el debate sobre la Organización Territorial de ambos estados ocupaba numerosas páginas en los principales periódicos de uno y otro país. En realidad, esto tiene bien poco de especial si tenemos en cuenta que ambos países recurrieron a la descentralización del poder político como requisito indispensable para iniciar sendas transiciones a la democracia –aunque entre ellas haya más de 20 años de diferencia, 1975 en España, 1998 en Indonesia–. Como consecuencia de ello, la manera de organizar territorialmente el poder y la administración de éste en uno y otro país ha sido, no solo objeto de debate entre la opinión pública, sino también objeto de estudio para muchos académicos.

Los debates presentes en The Jakarta Post y en El País, respectivamente, giraban sobre argumentos distintos pero coincidían en la idea de trasfondo que los había generado: el fracaso de ambos modelos. En Indonesia, el modelo adoptado hace poco más de diez años ha sido duramente criticado porque se considera que ha fracasado en su intento de mejorar los niveles de desarrollo y de bienestar en el conjunto del país, así como en su objetivo de acercar la democracia a los ciudadanos. Sin embargo, hasta el momento, no se ha puesto en duda el modelo en sí. Entre otras cosas, porque hablar de un modelo indonesio es algo un poco osado ya que, la descentralización del poder político en Indonesia, es un proceso ex novo todavía en formación, del que apenas hay referencias históricas desde su nacimiento como Estado independiente.

En España, en cambio, las críticas al Estado Autonómico provienen de dos direcciones diametralmente opuestas que proponen un cambio de modelo en la Organización Territorial del Estado. Por un lado, los nacionalismos periféricos de las comunidades históricas que, cada vez más, abogan por una rotura con el Estado central; y por el otro, los centralistas más acérrimos, como la señora Esperanza Aguirre, que proponen una recentralización del Estado, y algunos, hasta la disolución de las autonomías. Existe también un tercer grupo, al que no se le da tanto revuelo en este país tan dado a los debates dicotómicos, que son aquellos que apuestan por la opción federal. Asimismo, en España, el debate se ha centrado, como ya decíamos en una entrada anterior, en el quién tiene la llave de la caja; algo que, en estos momentos de recesión económica, provoca que el debate se recrudezca y, probablemente, saque lo peor de cada uno. Solo hace falta escuchar al señor ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para ver las ganas que tienen algunos de utilizar la crisis para todo lo que les conviene.

En Indonesia, el problema de quién tiene la caja no genera mucha discusión: Yakarta es la que reparte. Sin embargo, este hecho es el que genera uno de los mayores problemas en la organización territorial del poder político y que tiene que ver con la creación de nuevas regiones (un fenómeno que se conoce como Pemekaran Daerah, o expansión de las regiones), mediante las cuales, algunos líderes locales quieren adueñarse de los recursos del Estado (en cierta manera, la modalidad indonesia del “café para todos” español, kopi untuk setiap orang). Más allá de la corrupción que esto pueda generar y de las consecuencias de ésta en la provisión de servicios a los ciudadanos, el fenómeno de la Pemekeran Daerah ha favorecido el conflicto entre regiones limítrofes porque, en muchas ocasiones, los líderes locales han apelado a rasgos primordiales como los relacionados con una etnia o una creencia religiosa determinadas (pero difíciles de fundamentar históricamente) para justificar la creación de una nueva regencia y/o provincia, a partir de la escisión de otra ya existente.

Estas regiones de nueva creación, en su gran mayoría, han suspendido la evaluación realizada por el Ministerio del Interior indonesio para controlar su nivel de actuación en términos de “buen gobierno”, competitividad, provisión de servicios y mejora del bienestar (de las 205 regiones creadas entre 2001 y 2008, año en que se establece una moratoria para la creación de nuevas regiones, el 70% han puntuado por debajo de un nivel aceptable). Ante esta situación, una de las soluciones propuestas por los expertos con el objetivo de mejorar la actuación del Estado en la mejora del bienestar de sus ciudadanos, la cual consiste en unir las regiones que no “actúan” correctamente con algunas colindantes que sí lo hagan, plantea serios problemas. Y es que parece muy difícil que dos comunidades que han entrado en conflicto por el control de unos recursos provenientes de Yakarta, olviden su pasado más reciente (en algunos casos, menos de 5 años) y vuelvan a unirse bajo una sola administración.

Sea como fuere, en los países donde se debe adoptar un modelo de organización territorial del Estado que tenga que amoldar, no solo los elementos estrictamente administrativos y de poder, sino también aquellos de carácter simbólico, como puede serlo la acomodación de diferentes naciones, etnias o comunidades con identidad colectiva propia y diferenciada de la mayoritaria, la selección de un modelo u otro nunca estará libre de conflicto y será siempre susceptible de ser llevada a debate. No obstante, en lo que a la provisión de servicios y a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos se refiere, más allá del modelo de Estado, algo que también afecta negativamente es la calidad y la integridad de los gobernantes, tanto a nivel nacional como a nivel local y/o regional. Una cuestión que en Indonesia, pero también en gran medida en España, deja mucho que desear.

Imagen: http://warungmassahar.blogspot.com.es/

Algunas lecturas relacionadas:

Van Klinken, G. (2007): Communal Violence and Democratization in Indonesia, Abingdon, UK y Nueva York, USA, Taylor and Francis.

La lucha por la “ciudad madre” – 04

Empiezan a salir publicadas las primeras encuestas de intención de voto para las elecciones a gobernador de la Región Especial de la Capital, y todo parece indicar que el actual gobernador Fauzi Bowo (alias Foke) parte con una ligera ventaja respecto a sus contrincantes. Según los resultados de la encuesta realizada por la consultoría política The Cyrus Network, Foke y su compañero de candidatura, Nachrowi Ramli, gozarían del apoyo de un 42,4% de los electores. Los más inmediatos perseguidores del ticket Foke-Ramli son la pareja formada por el todavía alcalde de Solo, Joko Widodo, y su socio del Partai Gerindra, Ahok, los cuales obtendrían un 31,8% de los votos. El resto de las candidaturas no superaban el 10% de los votos.

El estatus especial de la región de la capital obliga a que el candidato ganador tenga que conseguir, como mínimo, el 51% de los votos para poder ser proclamado gobernador, con lo que es más que probable que la Pilkada de Yakarta vaya a una segunda vuelta en la que se enfrenten las dos parejas anteriormente mencionadas.

No parece que la popularidad de Foke vaya a ir en aumento, en todo caso lo contrario, –especialmente si sigue metiendo la pata, o mejor dicho, el dedo, en sus apariciones publicas, tal y como muestra la foto–. Los continuos problemas de circulación y las posibles inundaciones que se puedan producir a lo largo de este período de pre-campaña, sin duda afectarán a su imagen. Tampoco ayuda que la organización Indonesia Corruption Watch (ICW) critique abiertamente al actual gobierno de la ciudad por su falta de transparencia como consecuencia de la aprobación de un decreto gubernamental (1971/2011) en el que se presenta una lista con una serie de documentos clasificados como excepcionales y que por tanto, no pueden estar abiertos al público. Según ICW, este decreto vulnera la Ley sobre la Libertad de Información que entró en vigor en Indonesia en el año 2010.

Aparte: En Indonesia, con apenas 14 años de democracia sí tienen una ley de transparencia; luego se la tomarán como se la tomarán, pero la tienen. Spain is definitely different…

La peor parte en esta larga carrera hasta el 11 de julio de 2012 se la llevan las candidaturas independientes. Sus escasos recursos económicos, en comparación con los de aquellos candidatos que cuentan con el apoyo de los partidos, limitan su presencia en los medios, especialmente en la televisión, el principal medio de información en Indonesia, y dificultan su acceso a las clases más populares de la ciudad. El caso del economista Faisal Batubara es un claro ejemplo de esto que decimos. Éste goza de una muy buena reputación entre las clases medias educadas dada su condición de profesor en la Universidad de Indonesia, pero le falta todavía poder penetrar en el imaginario de las clases menos pudientes de Yakarta. En cualquier caso, todavía queda mucho tiempo y el ticket Faisal-Benjamin pueden dar la sorpresa y pasar a la segunda vuelta.

Por lo que al candidato del PKS se refiere, Hidayat Nur Wahid, no parece que esté capitalizando el apoyo del que goza el partido en el parlamento de la capital. Su nombramiento a ultimísima hora le está pasando factura y su presencia en esta pre-campaña todavía no se ha hecho notar demasiado. Algo similar parece estar pasándole al candidato del Golkar, el PPP y el PDS, Alex Noerdin, que, entre su implicación (presunta) en escándalos de corrupción en Sumatra del Sur y los conflictos internos de uno de sus socios de coalición, el PDS, todavía no se está dejando ver demasiado.

Aún es pronto y, como dice el tópico, en política puede pasar de todo. En cualquier caso, el próximo 11 de julio el Warung estará en Yakarta para observar de primera mano cómo se desarrolla la jornada electoral e informar sobre las sorpresas que se vayan produciendo.

Imagen: The Jakarta Post

Listas desbloqueadas, y ¿qué más?

En el año 2009, por primera vez en Indonesia, los ciudadanos tuvieron la posibilidad de emitir su voto de forma preferencial  y escoger a su candidato legislativo preferido. Lo que viene siendo, en términos politológicos, un voto preferencial con listas cerradas y desbloqueadas. Lo que para gran parte del 15-M español podría parecer un avance democrático de considerables dimensiones de cara a la rendición de cuentas de los políticos con la ciudadanía, en suelo indonesio no parece que los resultados hayan sido tan positivos como se esperaba, al menos en el ámbito nacional. Como ya comentamos en la entrada sobre la “informalidad en el presidencialismo indonesio”, los mecanismos de toma de decisiones del DPR indonesio no favorecen la transparencia y la posición de los legisladores respecto a los diversos temas que allí se debaten, sólo se conoce de puertas a dentro.

Asimismo, en el caso indonesio, del que ya hemos comentado la debilidad de las maquinarias partidistas, los costes de los candidatos para las campañas se han visto incrementados considerablemente ya que, no sólo tienen que competir contra los legisladores de otros partidos, sino también contra los otros candidatos de su propio partido. Esto, en un país donde la apropiación de los recursos del Estado está al orden del día (véase la entrada “España:KKN”), ha provocado que algunos de los candidatos vean la campaña como una inversión que tienen que recuperar una vez en el cargo. De hecho, en el ámbito local y provincial, algunos de los candidatos que, después de invertir grandes sumas de dinero, no habían conseguido un escaño, acabaron por suicidarse al no poder soportar el peso de sus deudas.

Esta línea de argumentación que relaciona las listas abiertas con mayor corrupción es la que han tomado aquellos indonesios que son contrarios a éstas. Así, el pasado sábado 14 de abril, el periódico indonesio Koran Tempo, publicaba unas declaraciones del Abdul Hakim, portavoz del grupo parlamentario del PKS en el DPR, en las que éste presentaba su posición contraria a las listas abiertas para las elecciones generales indonesias y en las que veíamos este tipo de argumentos. Sin embargo, el rechazo del PKS hacia las listas desbloqueadas no es fruto, simplemente, de su voluntad de liberar al pueblo indonesio del yugo de la corrupción, ni por asomo. El principal problema del PKS con las listas abiertas es su condición de partido de masas.

Para el PKS, un partido que basa su fuerza en el adoctrinamiento de sus miembros,  que estos tengan que competir entre ellos es casi una tragedia. Tal y como nos relataba personalmente un militante del PKS en Yogyakarta, “en la cultura del PKS no se concebía que sus candidatos tuvieran que enfrentarse entre sí». El Partido de la Justicia y la Prosperidad apuesta por que sus militantes sigan homogéneamente el pensamiento y las decisiones emitidas por la cúpula del partido, en este caso la Majelis Syuro (la Asamblea Deliberativa); esto es lo que les hace “fuertes” frente la arbitrariedad y el populismo de los candidatos de los demás partidos indonesios. Pero, tal y como demuestran los resultados electorales de 2009, en los que el PKS obtuvo el 8% de los votos, así como también nos han reconocido algunos de los miembros del partido, esta fórmula no parece ser muy efectiva en el contexto indonesio.

El caso indonesio pone de manifiesto que las disfunciones de un sistema político, en este caso la corrupción, no se pueden arreglar con la mejora de uno solo de sus elementos. Al mismo tiempo, nos muestra que cada contexto es diferente, y lo que puede funcionar en un lugar, puede no hacerlo en otro. Como bien indican Laiz y Román (2003), un sistema político es un “conjunto identificable de elementos o variables, que interactúan entre sí y con el ambiente [y en el que] convergen el régimen, la comunidad política, la sociedad en su vertiente de actor político y la asignación de valores por una autoridad, logrando que éstos sean tomados como obligatorios el mayor tiempo posible”. El sistema electoral, es solo uno de esos elementos que operan en un sistema político, y que a su vez, en tanto que sistema, también está formado por múltiples componentes (número de representantes a elegir; circunscripciones, de las que importa el tamaño y el número; la barrera electoral; etc.).

Precisamente por esto, es importante que la ciudadanía no se quede en la superficie y que exija cambios de verdad sustanciales. En el caso indonesio, la introducción de las listas abiertas no parece haber mejorado la rendición de cuentas en ninguno de los tres niveles de gobierno. En los ámbitos local y provincial, la excesiva dependencia económica del centro y la gestión por parte de los ejecutivos –sin el control de los parlamentos regionales– de los recursos que de allí llegan, limitan mucho la importancia de los poderes legislativos y hacen que éstos pierdan relevancia para la ciudadanía que, consecuentemente, deja de escrutarlos. En el ámbito nacional, los mecanismos de funcionamiento del DPR dificultan que los ciudadanos puedan saber qué decisiones toman sus representantes en el parlamento. Asimismo, las listas desbloqueadas, por sí solas, tampoco han ayudado a reducir los casos de corrupción. Y es que para eso, es mucho más efectiva una reforma profunda del poder judicial.

Las listas desbloqueadas o abiertas, en teoría, mejoran la rendición de cuentas vertical, esto es entre los ciudadanos y sus gobernantes. Sin embargo, tal y como demuestra el caso indonesio, sin unos buenos mecanismos de accountability horizontal, esto es entre las diferentes instituciones del Estado y, sobre todo, entre los tres poderes, la primera queda bastante limitada.

Imagen: kanalpemilu.net

Algunas lecturas relacionadas:

Laiz, C. y Román, P. (2003): Política Comparada, Madrid, McGraw-Hill.

La lucha por la “ciudad madre” – 03

La “ciudad madre” de Indonesia es una urbe que alberga cerca de 11 millones de habitantes en un área de unos 660 quilómetros cuadrados. Como toda gran ciudad, Yakarta pone de manifiesto en su propio paisaje las grandes diferencias socioeconómicas que existen entre sus ciudadanos. Distritos de negocios con hoteles y centros comerciales de lujo, flanqueados por barrios de chabolas en los márgenes de un torrente de “agua” mugriento y maloliente. Asimismo, como gran urbe de un país esencialmente rural, Yakarta es también el lugar donde los sueños de prosperidad de muchos indonesios se han transformado en pesadillas de desesperación y hambre.

Este es un retrato que la capital de Indonesia comparte con la gran mayoría de capitales del mundo y que puede hacerse prácticamente desde el avión antes de aterrizar en el Sukarno-Hatta International Airport. Pero en la calle, con los pies en el suelo, ¿qué es lo que realmente preocupa a los ciudadanos de Yakarta (¿alguien conoce el gentilicio?)?

Según una encuesta realizada por el Lingkaran Survei Indonesia (Círculo de Encuestas de Indonesia) y publicada el pasado domingo 8 de abril, alrededor del 65% de los habitantes de Yakarta considera que los tres principales problemas que afectan a la capital del país y que el próximo gobernador deberá resolver son: el tráfico, las inundaciones y los deshechos.

El tráfico

En el año 2011, había en Yakarta más de 13 millones de vehículos motorizados, en su gran mayoría motocicletas (9,8 millones). El aumento en el número de automóviles del año 2010 al 2011 fue de un 11,26%. Según los expertos en estos temas, a este ritmo, la ciudad podría llegar a un bloqueo total como consecuencia del tráfico en los próximos años. Las políticas para reducir el número de coches en las calles perecen haber fracasado, y la red de transporte público no parece una alternativa viable al transporte privado porque comparte con éste las calles y las carreteras de la ciudad. La única excepción, a medias, son los autobuses del Transjakarta que cuentan con carril propio (pero que en muchas ocasiones se ve invadido por otros vehículos). Hace ya unos cuantos años (2003-2004) que se empezó a diseñar un proyecto para introducir medios de transporte urbanos de mayor velocidad. Concretamente, se llegó a un acuerdo con las autoridades japonesas para construir un mono-rail. A día de hoy, aparentemente por motivos presupuestarios, la construcción de éste está todavía suspendida. Más adelante veremos qué es lo que proponen los candidatos a este respecto.

Las inundaciones

Al tratarse de un país tropical, Indonesia solo conoce dos estaciones: la seca, que va, más o menos, de mayo a octubre, y la lluviosa que se prolonga durante el resto de los meses. En plena temporada de lluvias, pueden llegar a caer en Yakarta una media de 400 milímetros de agua por hora, lo que puede provocar serias inundaciones en algunos barrios dadas las malas condiciones de los drenajes de la ciudad. En el año 2007, las inundaciones en la capital fueron desastrosas y causaron varias decenas de muertos y más de 300 mil desplazados. Como consecuencia de esta tragedia, por la que muchos de los afectados todavía no han sido compensados, las autoridades se apresuraron a mejorar la situación del sistema de canalización y gracias a la contribución del Banco Mundial, parece que la situación ha mejorado y este año, a pesar de que han seguido existiendo, las inundaciones no han provocado una tragedia similar a la de cinco años atrás. En cualquier caso, éstas se siguen dando y los candidatos deberán presentar un plan para contenerlas.

Los desechos

Este problema está muy ligado al de las inundaciones, y es que son precisamente los desechos sólidos los que obstruyen los canales de drenaje que no permiten que el agua fluya hacia el Mar de Java y se acumule en las calles de la capital. Aparentemente, por lo que a los desechos se refiere, el principal problema radica en la poca consciencia ecológica de la población; por ejemplo, en relación a los ríos y los canales, que son vistos por muchos habitantes de la capital como “vertederos” naturales. Asimismo, Yakarta tampoco cuenta con una cultura del reciclaje muy extendida (de hecho, es casi inexistente). El principal objetivo de los candidatos a gobernador de la Región Especial de la Capital a este respecto, debe ser el de desarrollar planes de acción que conciencien a la población de que el problema de la basura, y todos los que éste acarrea (sanidad, inundaciones, etc.), debe empezar a solucionarse desde los propios hogares. A partir de aquí, la tarea de la ciudad será la de proveer infraestructuras que permitan una mejor gestión de los desechos. Veremos qué nos dicen los candidatos…

A día de hoy, estos tienen ya mucho trabajo porque, según la encuesta a la que hacíamos mención más arriba, la mayoría de los ciudadanos de Yakarta no confían en que el nuevo gobierno que surja de las elecciones del próximo mes de Julio sea capaz de solucionar sus problemas.

Imagen 1: Wikipedia

Imagen 2: Kompas

Imágenes 3 y 4: The Jakarta Post

España: KKN

 Leíamos ayer en El País un reportaje de David Fernández sobre el nepotismo en España (“Cuando el gobierno es una agencia de colocación”), y desde el Warung no pudimos evitar pensar en nuestra estimada República de Indonesia. Y es que, en el fondo, a pesar de estar tan lejos el uno del otro, España e Indonesia son dos países que comparten muchos rasgos. Por desgracia, el de la corrupción en la Administración del Estado es uno de ellos.

A juzgar por el Índice de Percepción de la Corrupción del año 2011 que elabora Transparency International (Mapa del Índice de Percepción de la Corrupción 2011), el cual clasifica 183 países en función de cómo de corrupto es percibido su sector público, entre España e Indonesia hay 70 puestos de diferencia. España, con una puntuación de 6,2 sobre 10, se encuentra en la franja de los países relativamente limpios en el puesto 31. Indonesia, por su parte, se encuentra en el puesto 100, con una puntuación de 3. Sin embargo, la opinión pública de ambos países considera la corrupción como uno de sus principales problemas.

El barómetro del CIS del pasado mes de Febrero muestra como “la corrupción y el fraude” es el cuarto principal problema que existe en España detrás, precisamente, de “la clase política, los partidos”. Dado que los principales escándalos de corrupción que transcienden a la opinión pública son aquellos relacionados con altos cargos de la Administración Pública, los cuales representan a unas siglas políticas, no es descabellado pensar que ambos problemas guarden una estrecha relación. En Indonesia, esta relación entre la corrupción y los partidos políticos parece mucho más estrecha. Tal y como indica esta encuesta (Persepsi Pemberantasan Korupsi (Percepción del proceso de erradicación de la corrupción)) elaborada por la Lembaga Survei Indonesia, para los indonesios, las instituciones más corruptas son los partidos políticos.

Vemos pues que, en estos dos países tan diferenciados culturalmente, las prácticas corruptivas son uno de los principales problemas que afectan al funcionamiento de sus democracias. Hacemos referencia a la cuestión cultural porque en el artículo de El País anteriormente citado, algunos de los expertos consultados nos dicen que el nepotismo y la corrupción en España tienen que ver con la cultura de este país y la del sur de Europa en general. ¿Y en Indonesia, que ni está en el sur de Europa, ni se parece culturalmente a España?

Desde el Warung, creemos que la cuestión de la corrupción en ambos países tiene más que ver con otra de las razones que se mencionan en el artículo, la que hace referencia a la apropiación del Estado por parte de los políticos. Concretamente, se dice: “El problema radica en que nuestros políticos tienen un sentido muy patrimonialista del Estado”. Y esto, tiene poco que ver con la cultura de uno u otro país, y mucho que ver, aunque no únicamente, con el hecho de que los actuales regímenes políticos en ambos países son los herederos de dos autoritarismos que estuvieron en el poder durante más de treinta años.

La apropiación del Estado es algo muy propio, valga la redundancia, de los regímenes autoritarios y ni el Franquismo ni el Nuevo Orden son una excepción a esta regla.

El caso indonesio, el Nuevo Orden de Suharto, llevó mucho más lejos este adueñamiento del Estado y, en sus últimos años, el régimen acabó adoptando ciertos aires “sultanísiticos” –los regímenes sultanísiticos se basan “en un mandato personal y la lealtad hacia el mandatario está motivada por una mezcla de miedo y recompensas hacia sus colaboradores…Como resultado, la corrupción reina por todo lo alto en todos los niveles de la sociedad” (Chehabi y Linz, 1998)–,  podría decirse que Suharto y su familia eran los dueños de gran parte de Indonesia.  El Jefe del Nuevo Orden, llevaba a cabo las relaciones clientelares, o la asignación de recompensas a las que hacíamos mención, mediante el Golkar, el partido “único” y la corrupción estaba hasta tal punto extendida que las siglas KKN que aparecen en el título de esta entrada, eran las que utilizaban los opositores para describir al régimen: Korupsi, Kolusi, Nepotism; Corrupción, Connivencia y Nepotismo.

Con la llegada de la democracia en ambos países, la corrupción y las malas prácticas en el gobierno se han extendido a todos los niveles y han sido protagonizadas por todos los colores políticos, siendo los partidos mayoritarios mucho más culpables dada su cercanía al poder. En una época de vacas flaquísimas como la que nos está tocando vivir, la corrupción, el nepotismo y el mirar al otro lado no solo perjudican el buen funcionamiento del sistema democrático en términos de eficiencia y eficacia en la distribución de los recursos, sino también representan un acto de violencia estructural gravísimo contra los ciudadanos de a pie que sufren las subidas de impuestos, los recortes en los servicios básicos y en sus derechos, y la gran tragedia del desempleo. Así que, cuando algunos dirigentes políticos se pregunten el porqué de las reacciones violentas en las manifestaciones, tal vez haya que recordarles que la violencia acaba generando más violencia…

Imagen: changemakers.com

Algunas lecturas relacionadas:

Chehabi, H. E. y Linz, J. J. (1998): Sultanisitic Regimes, Baltimore, MA, The Johns Hopkins University Press.

Robinson, R. y Hadiz, V. (2004): Reorganising Power in Indonesia: The Politics of Oligarchy in an Age of Markets, Londres y Nueva York, Routledge.