La informalidad en el presidencialismo indonesio

Leo hoy en La Vanguardia, que el nuevo líder de los Socialistas Catalanes, el señor Pere Navarro, quiere verse lo antes posible con el también recién elegido Secretario General del PSOE, el señor Rubalcaba, para “acelerar la revisión de la relaciones PSOE-PSC”.

En los últimos años, en los que el trato entre Cataluña y España ha sufrido cierto deterioro a raíz, especialmente, del proceso estatutario iniciado durante el primer gobierno Zapatero, las relaciones de la Federación Socialista con su rama en Cataluña han sido cuestión de debate, sobre todo (por no decir únicamente) por parte catalana, pues existe en el PSC una corriente que aboga por tener “voz propia” en el Congreso de los Diputados. No voy a ahondar mucho más en este tema, simplemente decir que como discurso para contentar a parte de su electorado en Cataluña puede estar bien, pero dada la dinámica del juego político en España, la cual favorece la existencia de dos grandes partidos, creo que el debate sobre la “voz propia” va a quedar en eso, en un debate. Sin embargo, el ejemplo me sirve para poder hablar sobre el presidencialismo de la República de Indonesia y sobre las relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo, y es que la disciplina de voto juega un papel determinante en el buen funcionamiento de éstas.

Después de la caída del Nuevo Orden de Suharto, los encargados de llevar a cabo la transición política hacia la democracia decidieron adoptar (o, en cierta manera, mantener aunque con matices) un modelo presidencialista del que Sartori nos diría que es “puro”. En Indonesia, el Jefe de Estado, o sea el Presidente de la República, resulta de la elección popular; no se le puede cesar mediante un voto parlamentario, se requiere de un proceso de impeachment en el que interviene el poder judicial; y es también el Presidente quien encabeza y nombra su gobierno, en otras palabras, es a la vez Jefe de Estado y Jefe de Gobierno.

Por lo que al poder legislativo se refiere, Indonesia ha optado por un modelo bicameral asimétrico del que distinguimos una cámara de representación personal compuesta por 560 escaños que es el Consejo de Representantes del Pueblo (Dewan Perwakilan Rakyat, DPR); y una cámara de representación territorial compuesta por 132 representantes independientes que se llama Consejo de Representantes de las Regiones (Dewan Perwakilan Daerah, DPD). Esta segunda cámara, goza de muy poca autonomía y capacidad de control respecto a la de representación personal, en parte por su reducido tamaño y también por su forma organizativa y su funcionamiento. Es por eso que decimos que el bicameralismo indonesio es asimétrico, o débil si se quiere. Ambas cámaras se unen en lo que se llama la Asamblea Popular Consultiva (Majelis Permusyawaratan Rakyat, MPR), un organismo legislativo con un poder más bien simbólico, encargado de nombrar al Presidente y al Vicepresidente escogidos por el pueblo en las urnas y terminar su mandato si el proceso extraordinario de impeachment fuera iniciado.

Una vez vistos ambos poderes, el principal reto que presenta el modelo indonesio respecto a las relaciones entre estos es el de compaginar el régimen presidencialista con un sistema de partidos multipartidista. Para evitar el bloqueo gubernamental que pudiera darse debido, por ejemplo, a la falta de una coalición estable en el parlamento que apoye las decisiones del presidente, los presidencialismos, coexistan o no con una realidad multipartidista, establecen una serie de mecanismos informales que permiten que las decisiones puedan ser tomadas.

En el caso indonesio, se ha optado por evitar someter a votación la mayoría de las decisiones. Éstas, en lugar de ser tomadas en las sesiones plenarias, se toman por consenso, de forma más compleja y opaca, en las comisiones parlamentarias. En ellas, los parlamentarios pueden actuar con bastante autonomía respecto sus partidos políticos ya que en contadas ocasiones su decisión final transciende a la opinión pública. En otras palabras, dicho mecanismo les permite tener “voz propia”, con lo que no tienen por qué acatar con la disciplina de partido. De hecho, en muchas ocasiones, si dos procesos legislativos entran en contradicción, los parlamentarios prefieren alinearse con su comisión antes que con sus socios de partido. Esperemos que no sea porque eso da más “beneficios”….

Puede que este mecanismo, que parece contrario a la rendición de cuentas democrática, sea uno de los “peligros” del presidencialismo indonesio, sin embargo, el hecho de que el DPR pueda funcionar de forma fluida le permite a éste funcionar como mecanismo de control respecto al poder ejecutivo, al Presidente. Algo así como la versión indonesia de los “checks and balances” norteamericanos.

Desafortunadamente para el señor Pere Navarro, y seguramente para mucha más gente, España optó por un régimen parlamentario. En éste, el acatamiento de la disciplina de partido es de vital importancia para su buen funcionamiento y su estabilidad, más aún si cabe dada su tendencia al bipartidismo. Prácticamente, la única manera de que el PSC tenga voz propia en el Congreso es contando con grupo parlamentario propio, pero ¿lo conseguiría desvinculándose del PSOE? Solo hay una forma de saberlo.

Imagen: Wikimedia Commons

Algunas Fuentes Relacionadas:

Linz, J.J. (1990): «The Perils of Presidentialism» en Journal of Democracy, Vol. 1, nº1, pp. 51-69

Mainwaring, S. (1993): «Presidentialism, Multipartism, and Democracy» en Comparative Political Studies, Vol. 26, nº 2, pp. 198-228

Sartori, G. (1997): Comparative Constitutional Engineering: an inquiry into structures, incentives and outcomes, Houndmills y Londres, MacMillan Press

El día de los golpes

La temática de esta primera entrada está especialmente marcada por la fecha de su publicación. El 23-F es un día que se presta a hablar de golpes de Estado. Uno de los episodios más turbulentos de la historia indonesia es el del alzamiento militar del 30 de setiembre de 1965, que provocó la subida al poder del General Suharto.

Como pasa en todos los golpes de Estado y demás alzamientos militares, las circunstancias que envuelven ese particular capítulo de la corta historia de la República de Indonesia no han sido nunca aclaradas. La noche del treinta de setiembre, un grupo de militares de rango medio secuestró y, posteriormente, asesinó a siete generales del ejército indonesio porque, según los militares alzados, éstos planeaban un golpe de Estado contra el Presidente Sukarno. Estos asesinatos generaron un gran incertidumbre entre las filas del ejército, lo que provocaba una situación de inestabilidad en el régimen de la Democracia Guiada de Sukarno ya que el estamento militar era uno de los dos pilares en los que se sostenía, junto con el Partido Comunista de Indonesia (PKI). Ante esta situación, el General Suharto, por aquellos entonces Jefe de la Reserva Estratégica del Ejército, aprovechó para pescar en rio revuelto y contratacó la sublevación erigiéndose como el salvador de la patria, lo que a la postre le sirvió para hacerse con los mandos del país al poco tiempo.

La versión oficial, aquella que el Nuevo Orden del General Suharto se encargó de defender durante los más de treinta años que duró, cuenta que el Partido Comunista de Indonesia estaba detrás del alzamiento ya que los militares que mataron a los generales eran del ala progresista y tenían contacto directo con el partido. Una versión que sirvió para acabar, literalmente, con el PKI y sus militantes, provocando una de las mayores matanzas de la breve historia del país. Al mismo tiempo, existen versiones que dicen que Suharto conocía las intenciones de los militares sublevados y que no hizo nada para evitarlo para así aprovecharse del caos que suscitaron los acontecimientos. Incluso, dado el contexto de Guerra Fría y teniendo en cuenta la reputación del sospechoso, existen fuentes que aseguran que los Estados Unidos tuvieron mucho que decir en el asunto.

Es probable que haya algo de verdad en cada una de las versiones (en algunas más que en otras). Por ejemplo, durante la Democracia Guiada de Sukarno, el PKI no veía reflejado en las cuotas de poder que Sukarno le otorgaba, el gran apoyo del que gozaba entre los ciudadanos, tenía más de tres millones de militantes y era el tercer partido comunista más grande por detrás del ruso y el chino. Visto que, a pesar de ser un partido mayoritario, tenía que compartir el poder con el ejército, no es para nada descartable que el partido tuviera ganas de controlar también el estamento militar. Ante esta situación, es también más que probable que los Estados Unidos reaccionaran y buscaran, de alguna manera, evitar tal avance. Esa manera era Suharto. Después de ver el trato dado al PKI por parte del Nuevo Orden, y el tiempo que Suharto estuvo en el poder en un contexto de Guerra Fría, la versión de la participación americana parece también sólida.

En cualquier caso, la maniobra de Suharto no le colocó directamente en el poder, pero la notoriedad que obtuvo con su actuación le permitió situarse como el principal candidato para suceder a Sukarno al frente del país. Algo más de un año después, y dada la inestabilidad en la que estaba sumida el régimen de la Democracia Guiada, Sukarno le cedió todos los poderes del Estado a Suharto.

La notoriedad que ciertos actores adquieren después de un golpe de Estado, tenga éxito o no, es algo que resulta interesante de observar. El caso de Suharto y los sucesos del 30 de setiembre, tal vez no sea un caso de los que se llama paradigmático, ya que si estuvo implicado, sin duda se salió con la suya y se hizo con el poder del Estado a través del golpe. Sin embargo, hay casos en los que un intento de golpe de Estado ha servido para colocar a un personaje en la primera línea de la política, lo que más adelante le ha permitido hacerse con el poder por la vía legal. Ahora mismo me vienen a la cabeza dos: el primero, el putsch en la cervecería de Múnich de Adolf Hitler en 1923; y el segundo, el intento de golpe de Estado de Hugo Chávez en 1992. Ninguno de los dos obtuvo el objetivo deseado en un primer momento, pero ambos lo lograrían más adelante gracias, en parte, a la popularidad obtenida a raíz de sendos intentos golpistas. Tal vez pudiéramos establecer una nueva tipología de golpes de Estado, los golpes indirectos, aunque para ello necesitaríamos de más casos.

Por último, podríamos ser un poco malos e introducir una subcategoría de golpes indirectos: aquellos que se montan de forma chapucera sabiendo que no van a tener éxito para reforzar la figura del Jefe de Estado. Ahora mismo no se me ocurre ningún ejemplo, ¿y a ustedes?

Imagen: Colección propia.

Algunas Fuentes Relacionadas:

Legge, J.D. (2003) (1ª ed. 1972): Sukarno. A Political Biography, Singapur, Archipelago Press

Roosa, John (2006): Pretext for mass murder, Madison, WI, The University of Wisconsin Press

Wardaya, Baskara (2006): Bung Karno Menggugat, Yogyakarta, Galangpress

¡Bienvenidos al Warung Politik!

El blog de un Doctor en Ciencias Políticas en paro que entre application y application intentará explicar alguna cosa que otra sobre la República de Indonesia.

Siguiendo las sugerencias de Ton Vilalta y sus compañeros del Cercle Gerrymandering (ver “Els blogs i el món académic”) he pensado que una buena forma de dar a conocer parte del trabajo realizado en los últimos años puede ser rescribirlo de forma algo más ligera en un blog. No hace falta que diga que soy un auténtico novato en esto del blogging, así que pido disculpas por adelantado si salen auténticos tostones. Espero que con el tiempo pueda ir mejorando la técnica y me salgan entradas como churros y de una calidad y un ingenio extraordinarios.

Aunque la política indonesia es un tema apasionante, no soy ajeno a la realidad que me rodea ni a los acontecimientos que suceden en otros lugares del mundo. Por eso, de vez en cuando colgaré entradas sobre temas extra-indonesios. Para ello, espero contar con la ayuda de compañeros de profesión y otros colegas y así poder darle al blog una auténtica apariencia de chiringuito para el debate político.

Bien pues, lo dicho, ¡selamat datang!