España: KKN

 Leíamos ayer en El País un reportaje de David Fernández sobre el nepotismo en España (“Cuando el gobierno es una agencia de colocación”), y desde el Warung no pudimos evitar pensar en nuestra estimada República de Indonesia. Y es que, en el fondo, a pesar de estar tan lejos el uno del otro, España e Indonesia son dos países que comparten muchos rasgos. Por desgracia, el de la corrupción en la Administración del Estado es uno de ellos.

A juzgar por el Índice de Percepción de la Corrupción del año 2011 que elabora Transparency International (Mapa del Índice de Percepción de la Corrupción 2011), el cual clasifica 183 países en función de cómo de corrupto es percibido su sector público, entre España e Indonesia hay 70 puestos de diferencia. España, con una puntuación de 6,2 sobre 10, se encuentra en la franja de los países relativamente limpios en el puesto 31. Indonesia, por su parte, se encuentra en el puesto 100, con una puntuación de 3. Sin embargo, la opinión pública de ambos países considera la corrupción como uno de sus principales problemas.

El barómetro del CIS del pasado mes de Febrero muestra como “la corrupción y el fraude” es el cuarto principal problema que existe en España detrás, precisamente, de “la clase política, los partidos”. Dado que los principales escándalos de corrupción que transcienden a la opinión pública son aquellos relacionados con altos cargos de la Administración Pública, los cuales representan a unas siglas políticas, no es descabellado pensar que ambos problemas guarden una estrecha relación. En Indonesia, esta relación entre la corrupción y los partidos políticos parece mucho más estrecha. Tal y como indica esta encuesta (Persepsi Pemberantasan Korupsi (Percepción del proceso de erradicación de la corrupción)) elaborada por la Lembaga Survei Indonesia, para los indonesios, las instituciones más corruptas son los partidos políticos.

Vemos pues que, en estos dos países tan diferenciados culturalmente, las prácticas corruptivas son uno de los principales problemas que afectan al funcionamiento de sus democracias. Hacemos referencia a la cuestión cultural porque en el artículo de El País anteriormente citado, algunos de los expertos consultados nos dicen que el nepotismo y la corrupción en España tienen que ver con la cultura de este país y la del sur de Europa en general. ¿Y en Indonesia, que ni está en el sur de Europa, ni se parece culturalmente a España?

Desde el Warung, creemos que la cuestión de la corrupción en ambos países tiene más que ver con otra de las razones que se mencionan en el artículo, la que hace referencia a la apropiación del Estado por parte de los políticos. Concretamente, se dice: “El problema radica en que nuestros políticos tienen un sentido muy patrimonialista del Estado”. Y esto, tiene poco que ver con la cultura de uno u otro país, y mucho que ver, aunque no únicamente, con el hecho de que los actuales regímenes políticos en ambos países son los herederos de dos autoritarismos que estuvieron en el poder durante más de treinta años.

La apropiación del Estado es algo muy propio, valga la redundancia, de los regímenes autoritarios y ni el Franquismo ni el Nuevo Orden son una excepción a esta regla.

El caso indonesio, el Nuevo Orden de Suharto, llevó mucho más lejos este adueñamiento del Estado y, en sus últimos años, el régimen acabó adoptando ciertos aires “sultanísiticos” –los regímenes sultanísiticos se basan “en un mandato personal y la lealtad hacia el mandatario está motivada por una mezcla de miedo y recompensas hacia sus colaboradores…Como resultado, la corrupción reina por todo lo alto en todos los niveles de la sociedad” (Chehabi y Linz, 1998)–,  podría decirse que Suharto y su familia eran los dueños de gran parte de Indonesia.  El Jefe del Nuevo Orden, llevaba a cabo las relaciones clientelares, o la asignación de recompensas a las que hacíamos mención, mediante el Golkar, el partido “único” y la corrupción estaba hasta tal punto extendida que las siglas KKN que aparecen en el título de esta entrada, eran las que utilizaban los opositores para describir al régimen: Korupsi, Kolusi, Nepotism; Corrupción, Connivencia y Nepotismo.

Con la llegada de la democracia en ambos países, la corrupción y las malas prácticas en el gobierno se han extendido a todos los niveles y han sido protagonizadas por todos los colores políticos, siendo los partidos mayoritarios mucho más culpables dada su cercanía al poder. En una época de vacas flaquísimas como la que nos está tocando vivir, la corrupción, el nepotismo y el mirar al otro lado no solo perjudican el buen funcionamiento del sistema democrático en términos de eficiencia y eficacia en la distribución de los recursos, sino también representan un acto de violencia estructural gravísimo contra los ciudadanos de a pie que sufren las subidas de impuestos, los recortes en los servicios básicos y en sus derechos, y la gran tragedia del desempleo. Así que, cuando algunos dirigentes políticos se pregunten el porqué de las reacciones violentas en las manifestaciones, tal vez haya que recordarles que la violencia acaba generando más violencia…

Imagen: changemakers.com

Algunas lecturas relacionadas:

Chehabi, H. E. y Linz, J. J. (1998): Sultanisitic Regimes, Baltimore, MA, The Johns Hopkins University Press.

Robinson, R. y Hadiz, V. (2004): Reorganising Power in Indonesia: The Politics of Oligarchy in an Age of Markets, Londres y Nueva York, Routledge.

El día de los golpes

La temática de esta primera entrada está especialmente marcada por la fecha de su publicación. El 23-F es un día que se presta a hablar de golpes de Estado. Uno de los episodios más turbulentos de la historia indonesia es el del alzamiento militar del 30 de setiembre de 1965, que provocó la subida al poder del General Suharto.

Como pasa en todos los golpes de Estado y demás alzamientos militares, las circunstancias que envuelven ese particular capítulo de la corta historia de la República de Indonesia no han sido nunca aclaradas. La noche del treinta de setiembre, un grupo de militares de rango medio secuestró y, posteriormente, asesinó a siete generales del ejército indonesio porque, según los militares alzados, éstos planeaban un golpe de Estado contra el Presidente Sukarno. Estos asesinatos generaron un gran incertidumbre entre las filas del ejército, lo que provocaba una situación de inestabilidad en el régimen de la Democracia Guiada de Sukarno ya que el estamento militar era uno de los dos pilares en los que se sostenía, junto con el Partido Comunista de Indonesia (PKI). Ante esta situación, el General Suharto, por aquellos entonces Jefe de la Reserva Estratégica del Ejército, aprovechó para pescar en rio revuelto y contratacó la sublevación erigiéndose como el salvador de la patria, lo que a la postre le sirvió para hacerse con los mandos del país al poco tiempo.

La versión oficial, aquella que el Nuevo Orden del General Suharto se encargó de defender durante los más de treinta años que duró, cuenta que el Partido Comunista de Indonesia estaba detrás del alzamiento ya que los militares que mataron a los generales eran del ala progresista y tenían contacto directo con el partido. Una versión que sirvió para acabar, literalmente, con el PKI y sus militantes, provocando una de las mayores matanzas de la breve historia del país. Al mismo tiempo, existen versiones que dicen que Suharto conocía las intenciones de los militares sublevados y que no hizo nada para evitarlo para así aprovecharse del caos que suscitaron los acontecimientos. Incluso, dado el contexto de Guerra Fría y teniendo en cuenta la reputación del sospechoso, existen fuentes que aseguran que los Estados Unidos tuvieron mucho que decir en el asunto.

Es probable que haya algo de verdad en cada una de las versiones (en algunas más que en otras). Por ejemplo, durante la Democracia Guiada de Sukarno, el PKI no veía reflejado en las cuotas de poder que Sukarno le otorgaba, el gran apoyo del que gozaba entre los ciudadanos, tenía más de tres millones de militantes y era el tercer partido comunista más grande por detrás del ruso y el chino. Visto que, a pesar de ser un partido mayoritario, tenía que compartir el poder con el ejército, no es para nada descartable que el partido tuviera ganas de controlar también el estamento militar. Ante esta situación, es también más que probable que los Estados Unidos reaccionaran y buscaran, de alguna manera, evitar tal avance. Esa manera era Suharto. Después de ver el trato dado al PKI por parte del Nuevo Orden, y el tiempo que Suharto estuvo en el poder en un contexto de Guerra Fría, la versión de la participación americana parece también sólida.

En cualquier caso, la maniobra de Suharto no le colocó directamente en el poder, pero la notoriedad que obtuvo con su actuación le permitió situarse como el principal candidato para suceder a Sukarno al frente del país. Algo más de un año después, y dada la inestabilidad en la que estaba sumida el régimen de la Democracia Guiada, Sukarno le cedió todos los poderes del Estado a Suharto.

La notoriedad que ciertos actores adquieren después de un golpe de Estado, tenga éxito o no, es algo que resulta interesante de observar. El caso de Suharto y los sucesos del 30 de setiembre, tal vez no sea un caso de los que se llama paradigmático, ya que si estuvo implicado, sin duda se salió con la suya y se hizo con el poder del Estado a través del golpe. Sin embargo, hay casos en los que un intento de golpe de Estado ha servido para colocar a un personaje en la primera línea de la política, lo que más adelante le ha permitido hacerse con el poder por la vía legal. Ahora mismo me vienen a la cabeza dos: el primero, el putsch en la cervecería de Múnich de Adolf Hitler en 1923; y el segundo, el intento de golpe de Estado de Hugo Chávez en 1992. Ninguno de los dos obtuvo el objetivo deseado en un primer momento, pero ambos lo lograrían más adelante gracias, en parte, a la popularidad obtenida a raíz de sendos intentos golpistas. Tal vez pudiéramos establecer una nueva tipología de golpes de Estado, los golpes indirectos, aunque para ello necesitaríamos de más casos.

Por último, podríamos ser un poco malos e introducir una subcategoría de golpes indirectos: aquellos que se montan de forma chapucera sabiendo que no van a tener éxito para reforzar la figura del Jefe de Estado. Ahora mismo no se me ocurre ningún ejemplo, ¿y a ustedes?

Imagen: Colección propia.

Algunas Fuentes Relacionadas:

Legge, J.D. (2003) (1ª ed. 1972): Sukarno. A Political Biography, Singapur, Archipelago Press

Roosa, John (2006): Pretext for mass murder, Madison, WI, The University of Wisconsin Press

Wardaya, Baskara (2006): Bung Karno Menggugat, Yogyakarta, Galangpress